201308 NGipuzkoa

Creciente preocupación por las agresiones machistas ocurridas en fiestas este verano

SE HAN INTERPUESTO DENUNCIAS POR INTENTO DE VIOLACIÓN EN OIARTZUN, TOLOSA Y BILBAO

La Ertzaintza continúa investigando la agresión sufrida por una mujer que regresaba de las fiestas de Ibarra

JORGE NAPAL – Martes, 27 de Agosto de 2013

DONOSTIA. La sucesión de agresiones sexuales sufridas por mujeres durante este verano en fiestas ha comenzado a despertar una creciente preocupación. La Ertzaintza continúa investigando el presunto intento de violación perpetrado por un individuo que actuó con el rostro cubierto el pasado fin de semana en Tolosa. La víctima, que logró zafarse de su verdugo a gritos, ha interpuesto una denuncia por estos hechos ocurridos en plena vía pública. Según confirmaron ayer fuentes policiales, todavía no se ha practicado ninguna detención. Lamentablemente, no ha sido un caso aislado en las últimas semanas.

El ambiente festivo ha dado rienda suelta a la indignación en varios municipios, que han tenido que postergar la juerga en más de una ocasión para condenar episodios de violencia machista. Ocurrió a comienzos de agosto en Oiartzun, donde una joven fue abordaba durante las fiestas de San Esteban. El autor de la agresión fue detenido. La Aste Nagusia de Bilbao acaba de concluir con otra concentración de condena por otro caso similar. La fiesta arrancaba tras el debate suscitado en San Fermín, donde las imágenes de magreos a mujeres hicieron correr ríos de tinta.

El debate se reabre de nuevo. «El abuso a las mujeres va tomando tintes diferentes, lo vimos en San Fermín. Son personas que están intentando divertirse, pero a la vez están siendo agredidas. Ellas no lo viven como grave, pero el simbolismo que subyace en todo ello sí lo es», sostiene la psicóloga María Ángeles Álvarez, residente en Errenteria e integrante de la Asociación Terapia y Género.

LA EXCUSA DEL ALCOHOL La directora de Emakunde, Izaskun Landaida, trasladaba la semana pasada un mensaje «contundente» a la juventud, advirtiendo que ni el alcohol ni las fiestas son «excusa» para que las relaciones entre mujeres y hombres «no sean igualitarias». Ni tampoco para que ellas «puedan ser tratadas como meros objetos sexuales».

Días después, como si las palabras y las campañas no acabaran de cuajar, se registraba el intento de violación en Tolosa.

Javier Elzo, sociólogo y catedrático emérito de la Universidad de Deusto, lo vaticinó en mayo: «tenemos jóvenes machistas para rato». El sociólogo ponía palabras a la impresión que le trasladan las relaciones que se establecen entre muchas parejas.

La psicóloga Álvarez está convencida de que es difícil revertir el peso cultural de una sociedad patriarcal. Se van dando pasos, entiende, pero desprenderse de esas etiquetas es costoso, «y además a muchas mujeres se les hace sentir culpables de lo que ocurre». En su opinión, queda un enorme labor de prevención por delante. «Hay partes del ser humano que son privadas y que no deben ser tocadas por nadie, salvo que una lo desee. Estamos hablando de un abuso de la confianza. Hay personas que se están divirtiendo y abusan de ellas. Muchas veces es algo velado. El problema surge cuando no coincide lo que quieres hacer con lo que estás haciendo, y se produce una disonancia, que una intenta salvar como puede. Siempre son mujeres las que son manoseadas, y son hombres quienes están tocando sus senos, echándose encima», critica.

Las expertas en género consultadas se muestran preocupadas por la paulatina consolidación de un modo de interactuar en el que no parece quedar definido el juego fronterizo entre el abuso de poder y la fiesta. Yolanda Cervero, psicóloga y experta en la atención a personas víctimas de agresión sexual, expone su tesis. «La persona dueña de la conducta es quien tiene la libertad para llevarla a cabo. El problema es que hay quien puede estar disfrutando de una situación que le apetece, pero esa situación se acaba yendo de las manos hasta convertirse en un abuso». Ante ello, «cada cual tiene que poner el límite de hasta dónde quiere las cosas».

RESPONSABILIDAD SOCIAL En torno a las agresiones sexuales, frecuentemente se acaba cuestionando a las propias víctimas, algo que Cervero rechaza de plano. «La provocación está en el ojo de quien mira. Podemos poner un ejemplo un poco extremo, como es el caso de la pederastia. ¿Acaso un niño está provocando a su agresor? Es algo que se puede aplicar a cualquier edad. Como sociedad tenemos una responsabilidad muy grande, porque seguimos viendo a las mujeres como eternas provocadoras, y a los hombres como eternas víctimas, con impulsos irrefrenables y terribles que no pueden controlar».

La psicóloga asegura que, en el estado actual de las cosas, si fuera hombre, se sentiría ofendido por la imagen de «animal que se lanza sobre las mujeres, como quien ve comida y se lanza a comer». «Seguimos justificando situaciones que no son justificables. Es más, podríamos llegar a hablar de la mujer más hermosa del planeta desnuda en medio de una plaza; pues bien, eso jamás le dará derecho a nadie para agredirla». Las expertas rechazan «ese argumento socialmente aceptado», por el cual a una mujer «se le puede agredir porque por el hecho de existir provoca. Es algo tremendo», juzgan.

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