Uno de los mayores errores lo cometí un 29 de Julio. Me alejó de los míos, de lo mío, pero sobre todo me alejó de mí. Eran días de sol y ceguera. Aquel sol me dejó totalmente desprovista de cualquier tipo de visión. Me cegó. Me anuló. Me desvió de mi camino. Perdí cosas que jamás debí haber perdido. Encontré otras que no supe valorar y que aún hoy no quiero ver. Aquella unión me descuajaringó toda entera.
Toda mi vida posterior quedó marcada por aquel hecho. En realidad se trató más bien de una suerte de mutilación. A partir de aquel momento viví con miedo, con dolor, con hastío. Sin interés por la vida… en ocasiones lograba volver a despertarlo y retomar mi vida… pero en muy raras ocasiones.
Mis mañanas eran oscuras, el sol que me cegó me quemaba, mis días eran puro cansancio y absoluta monotonía. Pocas cosas me hacían reír. Mi vida no merecía la pena ser vivida. Hasta que hubo en mi un «clic»… algo dentro de mi cambió. Me fui de aquel páramo vital y personal…..
Hoy ha sido un día duro, he vuelto a ver el páramo ante mis ojos. Hoy he visto de nuevo en ella, el absoluto cansancio, la terrible monotonía, el intenso dolor, la tristeza ante mí. Y nuevamente he visto como me describía su «clic». Ella ha visto claro que no puede permitir que también el agreda a su bebé de un mes. Y se ha ido. Teme a su futuro. Teme en el presente. Pero no puede repetir su pasado. Su bebé no…
En estas ocasiones ser lo que soy me hiere. Ser lo que soy me redime. Ser lo que soy me recupera cada día. En lo cotidiano me encuentro. En lo cotidiano me pierdo.
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